Muestra IBERO Puebla la lucha de mujeres indígenas unidas por un buen vivir

·         Comunidades de Cuetzalan aprovechan los recursos de la naturaleza para elaborar una gran gama de productos herbolarios para contribuir al tema de la salud.

·         Afirman que la forma de fortalecer la economía local, es apoyándose entre comunidades mediante la comercialización de sus productos, como el café orgánico.

El Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE-SJ), de la Universidad Iberoamericana Puebla, llevó a cabo la presentación del libro Hilando Nuestras Historias, el cual narra la vida de seis comunidades del municipio de Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla. Y explica los proyectos llevados a cabo, además de testimonios personales y colectivos de cada una de los grupos.

El Dr. Eduardo Rafael García Vázquez, coordinador de Proyectos Académicos del IDHIE, presentó a la Lic. Cecilia Ramón Franco, editora del libro. En su intervención, describió la magnífica experiencia editorial que fue para ella recorrer distintos hogares y conocer las vidas y la organización de estas mujeres emprendedoras.

Asimismo, la Lic. Ramón Franco destacó el trabajo y esfuerzo de los colaboradores a lo largo del proyecto, pues fue gracias a los integrantes de Acopio de Saberes, de los participantes de Hilando Nuestras Historias, del voluntariado y de la IBERO Puebla que fue posible contar nuestras tradiciones.

Posteriormente, la Mtra. Lourdes Pérez Oseguera, explicó que el libro se llevó a cabo junto con la Cooperativa de Mujeres Indígenas Maseual Siuamej Mosenyolchicauanij, que significa mujeres indígenas que se apoyan, puesto que todas caminan juntas con el objetivo del buen vivir. “Esto tiene distintas implicaciones pues aluden al trabajo digno, una justa remuneración, una mejor calidad de vida (propia y de sus familias), pero sobre todo un aprovechamiento del conocimiento ancestral”.

Asimismo, la Mtra. Pérez Oseguera compartió algunas ideas plasmadas por estas valientes mujeres en el libro, una de ellas afirma que “cuando tejemos, en nuestras manos está nuestra identidad y la historia de nuestros ancestros”. Así como el trabajo que implicó la creación del Hotel Taselotzin, proyecto que tiene la finalidad de crear armonía entre las personas de las comunidades y su ambiente. “Este trabajo se convirtió en una obra necesaria en tiempos de caos global, porque da esperanza para el buen vivir”, concluyó la académica.

Por su parte, Josefina Álvarez Juárez, socia fundadora de la Cooperativa de Mujeres Indígenas Maseual Siuamej Mosenyolchicauanij mencionó que lleva 26 años trabajando en esta organización, y que su experiencia le ha brindado un gran conocimiento, además de tener la oportunidad compartir experiencias con otras mujeres.

Por último, Rufina Villa Hernández, administradora del Hotel Táselotzin y socia Fundadora de la Cooperativa manifestó, en náhuatl, el poder que tienen las mujeres para salir adelante y el apoyo que recibieron de alumnos y alumnas en invitación y guía para encauzar a estas comunidades en el desarrollo de asesoría entre el grupo de mujeres.

“El trabajo no fue fácil, cambiar la costumbre e ideología de que las mujeres son las que deben hacer las labores de la casa y del campo implicó un gran esfuerzo”. Sin embargo, la necesidad de llevar un recurso económico adicional para la familia, fue un primer paso para atreverse a cambiar esa costumbre y buscar hacer lo que más nos gustaba.

Villa Hernández afirmó que además del reto ideológico, el trabajo implicó aprender sobre los derechos de la mujer, la problemática del cuidado medio ambiente, la salud desde la prevención, el mejoramiento de sus viviendas y encuentro de momentos de esparcimiento.

Finalmente, la titular de la cooperativa subrayó que con este trabajo se busca rescatar la importancia de la cultura indígena, su sabiduría existente y la organización comunitaria para realizar lo que para el ayuntamiento no se considera importante. “Buscamos conservar la visión y forma de vida para evitar el empobrecimiento y la contaminación.