Huaquechula abre las puerta a sus muertos

  • - Por: Sara Martínez M.

 

* Con la ancestral tradición de las ofrendas monumentales reciben en estos días a quienes han dejado el plano terrenal

 



Huaquechula, Puebla.- En estos días, en esta ancestral población, como en muchos otros lugares de México, sus habitantes se preparan para recibir a sus familiares que abandonaron el mundo terrenal, entre los meses de octubre de 2017 y septiembre de 2018.

 

Las familias de quienes fallecieron en este período preparan sus viviendas para honrar a sus muertos, a través de los ya tradicionales altares monumentales.

 

Junto con casi 80 mil visitantes que se espera arriben a esta población durante estos días, los habitantes de este municipio que en el 2017 fue uno de los más afectados por los sismos del 19 de septiembre (S19), celebran la llegada de las ánimas desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre, fechas en las que la actividad cultural y turística se ve beneficiada por la derrama económica consecuente a esta celebración.

 

Este año, durante la celebración, 35 familias serán las encargadas de mostrar, a propios y extraños, su respeto por quienes partieron a un estado más espiritual a través de la elaboración de los tradicionales altares.



Los Altares

 

Los altares monumentales tienen como antecedente los de la época colonial que se hacían para la Semana Santa, los cuales fueron replicados para lo que hoy conocemos como la celebración de Día de Muertos.

 

En Huaquechula, estas ofrendas tienen un significado muy especial pues, están conformados por tres niveles que representan al mundo terrenal, ubicado a ras de piso; lo místico entre el cielo y la tierra, en el nivel medio; y por último el nivel celestial o nivel superior; generan majestuosidad a estas tradiciones.

 

 

Los altares, construidos de lado a lado y de piso a techo de la habitación en que son montados, llegan a tener dimensiones que van de los 2 metros y medio hasta los 5 metros, de acuerdo al tamaño de la vivienda y son elaborados principalmente con manteles blancos, azules y papel picado; en ellos se colocan objetos tanto espirituales como personales tales como velas, espejos, ángeles, fotografías, juguetes y alimentos que al difunto le gustaban como el mole, tamales, pan, hojaldras, dulces, cigarros, atole, cervezas, entre otros.



La migración y las tradiciones

 

Carlos Ismael Ponce Vargas, director de Cultura y Turismo del Ayuntamiento, señaló que “Huaquechula es una población con un alto porcentaje de migración, aproximadamente un 30 por ciento de su población es migrante. Sin embargo, si alguien llega a fallecer en el extranjero, regularmente siempre son repatriados y sepultados en nuestros panteones para que en estas épocas puedan ser recordados a través de un altar monumental”.

 

 

Pese al recelo con que se resguarda esta tradición -dijo-, en casos aislado, se ha visto modificada por la inclusión de algunas maquetas de altares de algunas iglesias o de algunos monumentos históricos, así como la incorporación de algunas piezas decorativas o materiales que dejaron de ser tradicionales para ser un poco más internacionales.



El dolor propio

 

Para doña Isabel, una mujer mayor, de escasos recursos, quien perdió a su hijo menor en un fatal accidente hace apenas dos meses, la ofrenda es necesaria.

 

A nosotros nos enseñaron nuestros antepasados que el poner así nuestra ofrenda es para que sepan (los difuntos) que no los hemos olvidado y que pueden llegar a su casa a disfrutar de lo que en vida les gustaba.

Nosotros no íbamos a poner ofrenda porque somos muy humildes, pero igual que el día que mi hijo falleció, sus amigos y algunos de mis familiares cooperaron para que se la pusiéramos y no perder nuestras costumbres”.

 

 

Cabe señalar que los altares monumentales tienen un costo aproximado que va desde los 5 mil hasta los 50 mil pesos o más, pues no solamente contar del montaje y los caminos de flores y velas que se colocan, si no que la tradición marca que a los visitantes debe ofrecérseles algún tipo de comida a cambio de algunas veladoras, cirios, rezos e incluso un cooperación económica, lo que genera que los costos sea incrementen.

 

En Puebla, esta tradición fue declarada Patrimonio Cultural del estado, el 6 de agosto de 1997, lo que demuestra la dimensión cultural que tienen los altares no solo en la región.

 

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