Así fue, así se despidió y así dieron el adiós al gran Celso Piña
- - Por Álvaro Ramírez Velasco
* “Es un conductor de tribus”, lo definió Monsiváis; nació a la música con un acordeón remendado que le dio su padre
* El músico y compositor del barrio bravo de La Campana, en Monterrey, murió a los 66 años de edad de un infarto
“No hay quien se resista a la cumbia”, fue el mensaje de ocho palabras que, subió a su cuenta de Twitter el músico, compositor, arreglista e ícono de la cultura popular neoleonesa y mexicana, Celso Piña, sin saber que lo dejaba como epitafio, a las 09:05 horas de este 21 de agosto del año 2019.
“El Rebelde del Acordeón” murió a los 66 años de edad, hacía el mediodía de este mismo miércoles, luego de que había ingresado al Hospital San Vicente, en su natal Monterrey, para un chequeo, pero le sobrevino una arritmia y luego el infarto.
El hombre que nació el 6 de abril de 1953, de acuerdo con sus semblanzas, “fue pionero en la mezcla o fusión de sonidos tropicales como la cumbia colombiana, con géneros populares de México, como la música norteña y el sonidero”.
El también conocido como “El Cacique de la Campana”, en referencia al Cerro de la Campana de la Colonia Independencia, un asentamiento popular del sur de Monterrey, en donde se gestó el movimiento de cumbia callejera, también experimentó con ska, reggae, rap y hip-hop.
El primer adiós, de su hija
La noticia de su fallecimiento conmocionó al mundo artístico y de la cultura de México. Su hija Cecilia Piña Ortiz, lo confirmó con un mensaje que colgó en su cuenta de Facebook:
“Papá te amo con todo mi corazón, fuiste y serás siempre el mejor del mundo. No tengo palabras para expresar no sabes cuánta falta me vas a hacer pero al fin estaré muy agradecida y bendecida por Dios, por haberme dado la dicha de estar contigo hasta el último momento. Ahora vas a estar llevando tu música en el cielo en donde te faltaba llegar”.
A la despedida en redes sociales se sumaron otros intérpretes y agrupaciones, como El Tri de Alejandro Lora, el también regio Ricky Luis, Los Tigres del Norte, Kinki, Amandititita, Panteón Rococó, y muchos de los músicos con los que hizo colaboraciones.
Incluso, expresaron su pésame la Secretaría de Cultura del gobierno lopezobradorista y la Embajada de Estados Unidos en México, que expresó “se nos fue el rebelde del acordeón. Con su música unía culturas latinoamericanas y fascinaba a estadounidenses”.
El rebelde
En 1980, Celso recibió el primer acordeón de su padre, quien había remendado uno de segunda mano, y empezó tocando música regional norteña, con sus hermanos Eduardo, Rubén y Enrique.
Las referencias sobre esa agrupación, narran que daba serenatas en su barrio, El Cerro de la Campana, al sur de la capital de Nuevo León, el que nunca dejó de frecuentar el músico regio y en el que en este miércoles 21 de agosto pintaron un mural en su honor. Durante 30 años vivió ahí mismo, en la calle Octava Avenida.
Celso Piña no recibió nunca instrucción musical formal. Fue un autodidacta que luego alcanzaría un nivel de maestro como arreglista y también compositor.
Su incursión a la cumbia se dio prácticamente por una afortunada coincidencia, luego de componer “Mi Colonia Independencia”, pieza en ese ritmo, que realizó para complacer a sus vecinos, pues en esa época se vivía efervescencia por los ritmos colombianos en La Campana
Entonces Piña decidió cambiar a los ritmos tropicales, los que llevó por varios países, con ese estilo y mezcla muy mexicanas.
El escritor Carlos Monsiváis lo describió como “un fenómeno social como bien dicen, y un fenómeno musical como bien se oye (...) Celso Piña es un conductor de tribus, si viviese en tiempos medievales, sería considerado acordeonista de Hamelín”.
Con sus casi 40 años de trayectoria, los hubiera cumplido oficialmente en 2020, Celso se convirtió en un músico de culto para las nuevas generaciones.
Una de sus interpretaciones más conocidas, aunque no es de su autoría, es a la canción “Macondo”, en la que se sintetiza o se hace alusión a la novela emblemática del realismo mágico, “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez (la referencia a los personajes, el lugar y las mariposas amarillas es genial).
Grabó 27 discos: el primero fue “Si Mañana”, en el año 1983; el último, “Música es Música”, con la Orquesta de Baja California, en 2017.
Que descanse con mucha luz.
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