El zócalo de Claudia
- - Mario Martell
Mario Martell
La izquierda, ya sin Andrés Manuel López Obrador como candidato, volvió a llenar el zócalo.
Es el mismo espacio físico con otra fisiología.
Es el inicio de la campaña de Claudia Sheinbaum.
El escenario del zócalo es una cuadrícula dividida por vallas metálicas.
Frente al templete, los cuadros de la élite de Morena y sus partidos aliados. Los burócratas del partido. Diputados y candidatos a puestos de elección popular.
Del asta bandera hacia atrás, separada por vallas metálicas, el pueblo.
La definición de “pueblo” en este mitin inicial de la campaña es tajante: quien llegó en camiones tras varias horas de viaje; quien llegó en su propio vehículo, a pie o en metro, y quien mira a la candidata presidencial a una distancia de 50 metros es el pueblo.
El pueblo no tiene gafetes VIP, ni community managers ni se sienta en los primeros sitios. El pueblo está ahí donde no hay sillas.
Como en un concierto de Los Temerarios. Entre más se paga, más se acerca uno al templete. El que no paga de lejitos. Pero el pago no es en dinero sino en capital político.
En los viejos (adjetivo cómodo para señalar lo irascible del activismo) mítines de la izquierda las jerarquías eran difusas; cualquier persona que se acercara lo suficiente podía encontrarse cerca del templete.
En el modelo irreprochable del Segundo Piso de la Cuarta Transformación: los del primer piso están lejos de la candidata presidencial. Los del segundo piso muestran su gafete VIP, cruzan la valla y tienen un asiento. Visten pulcras camisas o playeras blancas con su nombre bordado o estampado en la vestimenta.
Dos grandes pantallas a un costado del templete exhiben la gestualidad de los personajes de la izquierda mexicana en la construcción de su segundo piso.
En ese templete se encuentran los candidatos a gobernadores estatales y políticos de Morena que intentaron ser candidatos a presidente de la República, así como los dirigentes de Morena.
Una grúa de grabación captura el momento para circular estas imágenes de la campaña en el flujo de las redes sociales.
El mitin sólo tiene dos oradoras: la candidata a jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, la otra estrella de la Cuarta Transformación en su relevo generacional, y Claudia Sheinbaum.
Todos los demás son escenografía. El templete es casi minimalista. A diferencia de los templetes atiborrados de figuras históricas y míticas, excomunistas, exguerrilleros, líderes sindicales, etc., en el templete sólo se distinguen los cuadros políticos con los que Sheinbaum gobernará, al ganar la Presidencia de la República.
El ser se define por su proximidad o su lejanía. Por su materialidad o por su digitalidad, y en la plaza de la Constitución la izquierda trata de responder qué es eso del humanismo mexicano.
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