La doble cara de Ricardo Anaya

El dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, es un conspicuo integrante de esa legión que forma la clase política huidiza que tira la piedra, esconde la mano y que no es privativa de Acción Nacional, pero que retrata con diáfana obviedad a su presidente, convertido al mismo tiempo en mustio aspirante a candidato presidencial.

Esa condición la conocen los panistas de Querétaro y de a poco lo van percibiendo en la escena nacional, sobre todo cuando se escribió el pasaje de la historia reciente con el parricidio que costó la coordinación del grupo legislativo panista en San Lázaro a Gustavo Madero para luego mandarlo a la Comisión de Grupos Vulnerables.

El fin de semana que se produjo el sainete entre el expresidente Felipe Calderón Hinojosa y Juan José Rodríguez Prats en medio del azoro de los integrantes del Consejo Nacional, un preámbulo dibujó la escena que después fue filtrada a Reforma y El Universal.

La narrativa compartida por un grupo de panistas que atestiguaron la historia completa el último sábado de abril confirma la especie que aventura un doble lenguaje en la línea de tiempo de Anaya Cortés.

Sobre todo porque si a alguien sirve el aguerrido panista Rodríguez Prats en esta etapa de la vida interna albiazul, es al jefe nacional de ese partido.

La escena no tiene pierde, sobre todo después de que al abrir los trabajos Ricardo Anaya había dado la bienvenida al exmandatario con un saludo que acompañó con “es un orgullo tener aquí a don Felipe Calderón, nuestro expresidente”.

Toda la sesión transcurría tersa hasta que el exgobernador de Nuevo León, Fernando Canales Clariond sugirió comenzar a discutir el método para la elección del candidato presidencial. Lo que vino después fue como mentar la enfermedad en la casa del ahorcado.

De frente, Calderón Hinojosa cuestionó el método para llevar a cabo el refrendo de la militancia, proceso que parece diseñado para favorecer a quien controla los órganos internos de ese partido, que no es otro que Anaya Cortés.

Ya con un tono más encendido, exigió piso parejo, condiciones de competencia con equidad sin importar si después del proceso elegido resultaba ganadora o ganador Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle o quien presidía en ese momento los trabajos del consejo.

Con una lista de oradores extensa, Ricardo Anaya pasó del “don Felipe…” al ahorita te contesto.

Lo que siguió en ese tramo de la historia es suficientemente conocido. Juan José Rodríguez Prats fue enviado a responder a la arenga del expresidente de México. Punzó hasta que el personaje panista que exigía piso parejo cayó en la trampa declarativa.

Alguien grabó, filtró e hizo quedar mal al grupo cada vez más reducido del matrimonio Calderón-Zavala Gómez del Campo.

El silencio que guardó el presidente del CEN panista fue enigmático y revelador. Volvió a las andadas y como ha sucedido en el pasado reciente, se volvió a salir con la suya. 

Fernando Maldonado

Reportero, Autor de la columna parabólica. Periodismo en red.

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