Parabólica / Y de pronto Palmarito desplazó a Reynosa
La distancia entre Palmarito Tochapan y Puebla es de unos 68 kilómetros, más o menos a una hora con 50 minutos de distancia. Su nombre y ubicación eran datos ignorados aún para los habitantes capitalinos del estado, pero todo cambió a partir del enfrentamiento entre los habitantes que se dedican al robo de combustibles de los ductos de Pemex y elementos del Ejército Mexicano la noche del miércoles.
Ayer, en redes sociales el nombre de ‘Palmarito’ se ubicó como tendencia al alcanzar casi el millón de impresiones y 800 mil cuentas. La información acerca de lo sucedido en las últimas horas en ese pequeño rincón de la campiña poblana desplazó los enfrentamientos sucedidos en una tierra sobradamente más violenta como Reynosa, Tamaulipas.
Los informativos más influyentes de la televisión nacional, en televisa y Grupo Imagen abrieron con la crónica de lo ocurrido en las últimas horas.
Los cuatro militares muertos en la refriega y los seis civiles abatidos obligó a que el país por fin volteara a ver el problema generado por la actividad de los grupos de delincuencia organizada. Existen estudios realizados por despachos especializados en temas de seguridad que apuntan a la presencia de tres cárteles: el Jalisco Nueva Generación y los Zetas, además del Golfo.
Hace un mes y 20 días que en esa misma región tres elementos de una división especializada en secuestros de la Fiscalía General del Estado fueron levantados y ejecutados, para luego ser arrojados en el estado de Veracruz; ello provocó la activación del ‘Operativo Encrucijada’ con lo que se consiguió poner a disposición a unas 80 personas presumiblemente vinculadas con estas bandas.
La narrativa de la delincuencia que se dedica al robo de hidrocarburos en el triángulo rojo comenzó en el sexenio de Rafael Moreno Valle, el iracundo aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Acción Nacional. Sin embargo casi nadie en Puebla lo va a decir públicamente por las complicidades, lealtades y temores que existe en la escena pública.
Es imprescindible recordar la crisis que enfrentó el gobierno de Puebla en la gestión del panista luego de que, en julio de 2015, Marco Antonio Estrada López y Tomás Méndez Lozano, Director de la policía Estatal y Director de Grupos Especiales (Goes) respectivamente, dos de los mandos más cercanos a Facundo Rosas Rosas, entonces titular de Seguridad, fueron detenidos por fuerzas federales al momento de brindar protección a los ladrones de hidrocarburos.
Facundo Rosas era una posición de Genaro García Luna, el secretario de Seguridad con Felipe Calderón Hinojosa y vendedor de historias a la televisión mexicana. A su llegada a la dependencia en Puebla coló a una pandilla de ex policías federales que medraron con descaro con los recursos del erario estatal.
No hay pruebas documentales de la componenda que ahora sugieren a voz en cuello en Puebla de los policías corruptos que brindaron protección a los llamados ‘huachicoleros’, pero la omisión de Moreno Valle ante el descaro de los mandos policiacos debería ser motivo de debate entre los liderazgos panistas que tanto pregonan el ‘bien común’ como parte de sus principios doctrinarios.
La crisis de hace dos años la resolvieron como suele suceder con los usos y costumbres del grupo político que encabeza el ex gobernador: escondiendo la basura debajo de la alfombra. El despido de Facundo Rosas disfrazado de renuncia por motivos personales.
No hubo una sola disculpa, una explicación o gesto de arrepentimiento por haber incorporado a un sujeto de la especie policiaca que rodeó a Genaro García Luna. Ya para 2015 el número de ejecuciones, levantones y enfrentamientos era de miedo hasta que este miércoles 3, murieron los cuatro militares y los seis ‘civiles’.
Motivo suficiente para que la nación entera volteara a ver lo que los poblanos ya advertían desde el sexenio pasado aunque fuera en un pueblo polvoso como Palmarito Tochapan.
Fernando Maldonado
Reportero, Autor de la columna parabólica. Periodismo en red.