Parabólica - PRI: El fin de los tiempos
- - Fernando Maldonado
PRI: El fin de los tiempos
Insensibles, enmohecidos y poco dispuestos a la apertura de voces que no provengan del meritocrático ‘sí señor, lo que usted diga señor’, la clase política que aún pervive en las filas del Partido Revolucionario Institucional está lejos de entender que Mario Marín Torres en Puebla; Javier Duarte de Ochoa, en Veracruz; y José Murat Casab, en Oaxaca, son las figuras que más rechazo despiertan entre la sociedad en general, dentro y fuera de sus respectivos estados.
Duarte de Ochoa y su conducta rapaz al frente del gobierno de Veracruz, cada vez más evidenciada, se convertirá en el instrumento de campaña negra en la elección de 2017 y 2018, sin lugar a duda. Y será eficaz herramienta para dañar al abanderado priista en el Estado de México, Alfredo del Mazo Maza.
Lo mismo ocurrirá con quien aspire a ser candidato bajo las siglas del partido de Enrique peña Nieto en la presidencial en 2018. Javier Duarte, a quien el propio mandatario consideró como la personificación del nuevo PRI, es desde hace algunos meses es personaje del que difícilmente podrán desligarse. Tóxico de principio a fin.
Marín Torres en Puebla, padece aún la leyenda negra que lo coloca como el mandatario que envió a la cárcel a Lydia Cacho por una consigna del poder empresarial, de la que no se pudo desmarcar y cuyo apodo de ‘góber precioso’ lo perseguirá hasta el fin de los días.
Basta recordar el día en que la ex candidata Blanca Alcalá Ruiz se registró en el viejo edificio del PRI municipal en mayo de 2016, a donde eufórico atendió el llamado de las ‘fuerzas vivas’ Marín Torres. Error carísimo para la causa de la única candidata que ese partido ha postulado en la esfera local.
La oposición al priismo leyó mejor el momento, aprovechó la oportunidad y alentó una campaña contra la abanderada, una mujer que tampoco supo desmarcarse con oportunidad e inteligencia de ese correligionario, a quien acusan de haber ejercido violencia de género. Marín Torres en el templete de un acto multitudinario que pudo haber sido un exitoso comienzo rumbo a Casa Puebla, fue el primer clavo en el ataúd de la senadora.
Tan impopular es el último mandatario priista que hubo en el territorio poblano, que su misma dirigencia local decidió eliminarlo de las fotografías oficiales de los eventos públicos en la región de Tehuacán este fin de semana. La explicación sobra, los datos hablan por sí mismos.
En estos días está por concretarse el nombramiento del oaxaqueño José Murat al frente de la inexistente Confederación Nacional de Organizaciones Populares, el sector popular del PRI de Enrique Ochoa Reza, personaje impuesto por el ala política en el círculo de Peña Nieto.